No permitamos que nada nos moleste, sino esforzarnos por vaciarnos. Dios nos llama a hacer una entrega total a Su Santa Voluntad. Morir a nosotros mismos, como dijo Jesús: “El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará “. – Mateo 16:25
Morir a uno mismo es la transformación del alma. Para ser un verdadero mendigo, uno debe estar vacío, pobre de espíritu. A través de nuestro vacío, podríamos rogarle a Dios que satisfaga las necesidades que Él desea para nosotros. Solo a través de Jesús, por Jesús y con Jesús, nuestras vidas se cumplirían.
- Una vida de gracia santificante: Se anima a los mendigos a buscar continuamente vivir una vida de gracia santificante; para asegurarse de que Dios habita continuamente dentro de su alma.
- Responsabilidad: Todos los mendigos de Cristo son una familia en Cristo. Por eso nos apoyamos mutuamente creciendo en la Fe. Como seres humanos imperfectos, necesitamos animarnos unos a otros. El camino a la santidad es duro y angosto, y las colinas empinadas. Junto con Dios somos más fuertes como grupo, lo que hace que el viaje hacia nuestro destino celestial sea más fácil que si lo hiciéramos por nuestra cuenta. “Anímense unos a otros todos los días mientras todavía es hoy”. –Hebreos 3:13
- Confesión: Asegúrate de no caer nunca en un estado de pecado mortal y esfuérzate siempre por evitar el pecado venial. El pecado abre las puertas al mal. Los pequeños pecados veniales, si no se controlan o no se arrepiente, pueden conducir a otro y luego a otro, luego a un pecado grave. Así es como nos atrapa el astuto diablo. La confesión regular no solo nos devuelve al estado de gracia, sino que también nos empuja a realizar exámenes de conciencia. San Ignacio de Loyola consideró el examen de conciencia como el ejercicio espiritual más importante.
- Misa: Asista a Misa y reciba la Sagrada Eucaristía diariamente si es posible, para ayudar a mantener su estado de gracia. Como escribió Thomas à Kempis en La imitación de Cristo, “venimos a Su mesa como un mendigo habiendo sido invitado a cenar con el rey. A cambio, nuestra pequeñez no tiene nada que ofrecer AL REY sobre todos los reyes. Por eso debemos humillarnos y alabarlo sin cesar”. Cuando recibimos a Jesús, recibimos al Cristo completo: divinidad y humanidad, cuerpo y alma, carne y sangre. Con gran veneración, que ningún fragmento de Su carne toque las manos de nuestro indigno mendigo o caiga al suelo. Recíbelo directamente en la lengua, arrodillándose (si es posible). Él es la principal fuente de fortaleza. Debemos amarlo con todo nuestro corazón, mente, alma, espíritu y fuerzas. A través de nuestro amor por Él podemos amar a los demás.
- Adoración Eucarística: Nuestro Salvador se esconde en la Presencia Real de la Eucaristía. Qué humilde es, Su deseo de estar con nosotros. Debemos rogarle en el Santísimo Sacramento que infunda en nosotros el espíritu de humildad. Un verdadero mendigo de Cristo debe vivir en humildad. La salvación es a través de la humildad, sin la cual no podemos alcanzar nuestro destino celestial. Es una necesidad para nosotros pasar varias horas a la semana adorando a Jesús. Si no podemos adorarlo mientras estamos en la tierra, ¿cómo entonces podemos adorarlo por la eternidad cuando Él nos llame a casa?
- Palabra de Dios: Amar a Jesús es conocer sus obras y su vida. Jesús ha allanado un camino de vida para que lo sigamos. ¡Él es la vida! Es muy importante que saquemos tiempo cada día para leer la Sagrada Escritura, meditar y vivir la Palabra de Dios.
- Rezar el Padre Nuestro: El Padre Nuestro es la máxima oración del mendigo. Al rezarlo, nuestras manos deben estar en posición de mendigar. Le rogamos a nuestro PADRE que nos proporcione alimento diario, perdone nuestros pecados, nos conceda gracias para perdonar a los demás y nos proteja del mal (el pecado).
- Inmaculado Corazón de María: Los miembros deben esforzarse por aumentar su devoción a Nuestra Señora según los mensajes de Nuestra Señora de Fátima, y también seguir los 33 días de la Verdadera Devoción a María de San Luis de Montfort.
- Sagrado Corazón de Jesús:Jesús nos abre su corazón, invitándonos a tener una relación personal e íntima con él. Los mendigos de Cristo deben aceptar esta asombrosa invitación y abrazar su corazón para morar en el nuestro. Del corazón de Jesús, un sinfín de gracias divinas y misericordia brotan en cuarto lugar para el mundo entero. De la misma Preciosa Sangre del corazón de Jesús brotan los sacramentos de la única verdadera Iglesia Católica, de la cual nos santifica en los verdaderos hijos de Dios y nos reserva lugares en el Cielo con Él. “… en el corazón traspasado del Crucificado, se abre el corazón de Dios; aquí vemos quién es Dios y cómo es. El cielo ya no está cerrado. Dios ha salido de Su escondite”. – Papa Benedicto XVI – El espíritu de la liturgia, p. 48
- Oración y ayuno: ¿Por qué es importante? ¡Porque Jesús lo hizo! Jesús ayunó durante 40 días antes de Su ministerio. Durante el ayuno, nosotros también enfrentaremos muchas tentaciones. Negar los deseos de nuestra carne y las cosas mundanas para aumentar la conciencia de nuestro espíritu, a partir del cual, somos hechos más en unión con Dios a través de oraciones y súplicas. Se anima a los mendigos de Cristo a ayunar a menudo y a abstenerse de comer carne los viernes y miércoles.
- Limpieza de la casa: Su morada en la tierra debe ser bendecida y limpiada de objetos impíos. Sugerimos que se ocupe con objetos bendecidos de rito antiguo como las cruces santas (para cada habitación), estatuas de María y San Miguel y otros santos y estatuas y cuadros de ángeles.
- Objetos sacramentales: Use una cruz benedictina y un escapulario marrón para protegerse contra los espíritus malignos. Esta también es una forma externa de ser un testimonio de nuestra gran fe católica. Lleva siempre un rosario. Es una manera maravillosa de recordarnos que debemos rezar el Rosario en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier oportunidad disponible.
- Director espiritual: Se sugiere, pero no se requiere, que los miembros mendigos de Cristo tengan un confesor o un director espiritual capacitado.
(Todos los requisitos y sugerencias anteriores son de libre albedrío y no es un pecado si no puede seguirlos.)